El liderazgo del ejército de Rodrick cayó en una profunda desesperación al darse cuenta de que ya no quedaban aldeas para saquear.
Sus suministros se estaban agotando rápidamente, pero no había dónde reponerlos.
“¡Encuentra una solución! ¡Ahora!”
El marqués de Rodrick exigió sin descanso, incitando a sus vasallos a exponer tímidamente sus ideas.